En heridas con exudado escaso o moderado, la selección adecuada de apósitos es fundamental para mantener un ambiente de cicatrización óptimo. Los apósitos absorbentes, como las espumas o los alginatos, son ideales para absorber el exudado y mantener la humedad necesaria para la cicatrización.
Además, en heridas con infección presente, la elección de apósitos con propiedades antimicrobianas puede ser beneficiosa para controlar la carga bacteriana y promover la cicatrización.
En heridas poco exudativas, es fundamental evitar la deshidratación del lecho de la herida, ya que esto puede obstaculizar el proceso de cicatrización. La atención a heridas necrosadas requiere un cuidado especial para prevenir este problema.
La selección de apósitos que proporcionen una barrera de humedad, como los compuestos por fibras formadoras de gel, puede ser beneficiosa para mantener el ambiente húmedo necesario y facilitar la epitelización.
En heridas crónicas con exudado abundante, el desbridaje se convierte en una medida crucial para eliminar tejido necrótico y restos celulares que puedan obstaculizar la cicatrización. El desbridamiento de heridas, especialmente mediante el uso de apósitos que favorecen la autolisis del tejido, como los hidrocoloides o hidrogeles, es una opción preferida en estas situaciones, ya que respeta el tejido sano y minimiza el trauma para el paciente.